dimecres, 18 de juny del 2008

Alguien...

Se oía una música de fondo, con los ojos cerrados disfrutaba del poco viento que ahora entraba por la ventana abierta, solo y tranquilo, meditando sobre todo lo que aquellos días había pasado a mí alrededor. Cometí la imprudencia de enfrentarme a la Corriente, recuperé mis poderes convertidos en los de la oscuridad y encima parte del alma de Adramelech estaba en ellos y ahora esta está en mí. Y luego mi aparición en este mundo, junto a Lilith.

Algo fino y frío me acarició el rostro, pasando una vez y otra por el mismo sitio. Sonreí levemente oyendo tararear una lenta melodía junto a mí oído y abrí los ojos.

-Buenos días dormilón.- me sonrió Lilith a mi lado.- ¿Has dormido bien?

-La verdad es que no he dormido demasiado, pero he descansado.- le dije incorporándome en la cama.

-Bueno… si quieres te preparo un poco de comida antes de salir.- me propuso.

Asentí y cuando ella se fue a coger algo de comida que Marina tenía por allí encima apareció Caín sin que me diera cuenta.

-¿Vosotros dos estáis juntos o qué?- preguntó justo a mi oreja mirando a Lilith.

Me giré sobresaltado y lo miré arqueando una ceja.

-No.- negué con avidez.

-A, ya.- me miró de reojo y me pareció que sonreía levemente.

Supongo que no supe disimular, mis mejillas se volvieron un poco más rojizas y eso dio crédito a lo que supongo que pensaba Caín.

-Ves, te gusta.- afirmó.

-Anda, déjalo pequeñín.- pensé que el comentario le enfurecería y dejaría de insistir, pero él no era como Squall, tan orgulloso y altivo.

-Vamos, pero si ambos os gustáis, solo se os tiene que ver juntos para saber que entre vosotros existe algo más que amistad.- suspiró alegre mirando aún a Lilith.

-¿Tú crees?- dije pensativo, mirando la belleza de su silueta, de su largo cabello rojizo.- A, em… quiero decir… que no, no, no hay nada entre nosotros, créeme.- tragué saliva y deseé que callara o al final metería la pata.

-Como quieras, pero ya sabes, una palabra tuya o un gesto, y tendremos un nuevo amor en esta casa.- rió Caín mirándome sonriendo de oreja a oreja.

Le miré confuso. Me caía bien, era muy callado, pero cuando quería no callaba. Dicho eso se dio la vuelta y regresó a su cama, junto a Squall.

-Un nuevo amor…- dije mirando atrás.

-¿Qué dices?- Lilith me entregó el almuerzo mirándome con una pequeña sonrisa.

-A, nada, nada.- comí y luego nos dirigimos al bosque.

Cuando llegué allí sentí algo extraño, pero no le hice mucho caso, aún llevaba en la mente la conversación con Caín. Estuvimos luchando vario rato, ahora casi sabía utilizar mis poderes de la oscuridad sin que Adramelech me dominara, pero aún así, me costaba hacer lo que yo quisiera y a veces me movía a contra mi voluntad.

Al cabo de un rato conseguí dominar de nuevo mi cuerpo y decidimos regresar, Lilith llevaba el cuerpo lleno de moratones y tenía sangre en la boca.

-Oh, madre mía.- me acerqué a ella y le puse la mano en la boca.

De mis dedos salió una tenue luz blanca y el corte del labio remitió y desapareció. Sus ojos miel me miraron como si fuese la primera vez que me veían. Continué con mi mano en sus labios aún cuando ya no hacían nada allí, pero el encanto de sus ojos me paralizó. Moví muy lentamente mi mano por sus labios en ese momento sin pensar en lo que hacía y sus ojos se cerraron. Acerqué mi rostro al suyo y me quedé quieto unos segundos ante este, con el corazón latiendo con una fuerza increíble…

Aparté de golpe mis labios de la cercanía de los suyos, algo me llamó la atención. Ella abrió los ojos sobresaltada, como despertada de un hechizo y me miró confusa.

-¿Qué?- dijo enojada.

-¿No lo notas?- miré encima nuestro buscando algo, entre las densas hojas.

-¿Qué se supone que tengo que sentir?- se acercó a mí y siguió mi mirada.

Suspiré y la miré un segundo antes de decir:

-Lo siento, debemos irnos ya.- le cogí la mano y la dirigí de nuevo a la casa.

Entre las hojas, algo nos observaba, lo notaba, podría olerlo, sentir su maldad, su oscuridad.

Una atenta mirada nos estudiaba con determinación y yo no sabía que era.

Llegamos a la casa y la presencia pareció desaparecer, pero mis sentidos permanecieron atentos a cualquier señal.

-Jezabel, ¿Qué mosca te ha picado?- preguntó Lilith un tanto enojada.

-Alguien nos observaba, en el bosque, noté su presencia.- me miró como sui estuviera loco y se fue a su cama.

Aquella noche me fui a dormir no muy tranquilo. A mi lado, junto a mi cama, Lilith dormía lo más alejada de mí posible. Me tumbé y cerré los ojos.

-No te muevas.- una voz masculina sonó en la habitación.

Abrí un poco los ojos y pude apreciar una esbelta silueta de pié junto a la cama de Lilith y esta incorporada le miraba con miedo. No pude identificar quien era el hombre que estaba delante de ella. No me moví, podría hacerle algo a ella, ya que de sus dedos salía una luz roja y esa apuntaba a su cuello.

-¿Qué quieres?- murmuró Lilith.

-Oh, a vosotros, por supuesto. Os he estado buscando y por fin os he encontrado. Levántate, híbrida. – le ordenó, con una voz que solo podía ser de una persona.

Lilith se levantó como si un invisible hilo la estirara por la cintura. El hombre alzó una mano y la cogió por la cintura acercándola a él. Sus labios besaron los suyos con pasión, ella parecía sumida en un extraño sueño. Apreté los puños con fuerza, la rabia me consumió y por un momento estuve tentado de levantarme y atacar, pero si era quien yo creía, levantarme solo empeoraría las cosas.

De repente separó sus labios y dirigió su mirada hacía mí. Entonces pude apreciar su rostro con un poco más de claridad. Sonrió malévolamente sin apartar a Lilith de su cuerpo.

-Mira, el angelito se ha despertado.- la soltó y la dejó en la cama cuidadosamente.- Volveré Jezabel, ahora que los saludos ya están hechos, nos volveremos a ver.

Unas enormes alas negras aparecieron en su espalda y alzó el vuelo. Desapareció entre la oscuridad y todo quedó de nuevo en silencio.

-Lilith…- me acerqué a ella, su cuerpo no respondía, pero aún vivía. Sobre su corazón descansaba una rosa negra, la cogí pero me quemó los dedos y la tiré.

-Jezab…- sus ojos se abrieron un poco y unas flojas i débiles palabras salieron de su garganta.

-Lilith, estoy aquí, tranquila, duérmete, tranquila.- la abracé con fuerza y besé su cabello.

Me tumbé a su lado aún envolviéndola con mis manos.

diumenge, 8 de juny del 2008

Nueva casa.

-Pero…¿donde estamos?- observé nuestro alrededor con asombro.
Lilith estaba a mi lado mirándome con preocupación. Detrás suyo había una enorme planta del tamaño de un árbol, pero que solo era una flor. No entendí nada, no recordaba nada, solo estar en el pueblo mientras Lilith compraba.
-No lo se. Adramelech ha vuelto a apoderarse de ti, no se si te acuerdas, y hemos llegado aquí. No se donde estamos, jamás he pasado el pueblo.
Miré a nuestro alrededor, era como otro mundo, todo era igual pero más grande.
-Vamos, tenemos que averiguar dónde hemos ido a parar.- me levanté y la cogí de la mano y la conduje entre las hiervas a saber hacia donde.
Andamos entre ese enorme bosque durante largo rato, vimos un río entre los árboles, como todo lo demás, muy grande, algún que otro enorme animal que huía temeroso, hasta que llegamos a un amplio camino de tierra.
-Seguiremos por aquí, pero con cuidado, no sabemos que podemos encontrar.- le dije guiándola hacia el camino
seguimos por éste hasta que nos encontramos ante otra novedad. Un seguido de enormes casas se encontraban al lado del camino, todas distintas.
-¿Quien puede vivir aquí?¿Gigantes?- Lilith me agarró más fuerte del brazo y me hizo avanzar.
-Squall ven aquí, ¡ya!- un grito nos dejó petrificados en el suelo.
Vimos como una figurita de tamaño menor que el nuestro andaba con prisas delante nuestro. Sus ropas eran muy curiosas, vestía de negro con complementos plateados y metal, unas enormes botas también negras con una suela muy grande. Cuando pasó por delante nuestro nos vio y se quedó de piedra.
-¡Ven aquí!- una figura enorme, como un gigante se acercó a nosotros, pero parecía que andaba buscando al otro.-¿Qué pasa Squall?
De repente se paró al descubrirnos en medio del camino.
-Pero...¿Squall los conoces?- preguntó el gigante.
-¿Como quieres que los conozca? ¡Anda!- dijo el pequeño sin apartar la vista de nosotros.
-Em… ¿donde estamos?- pregunté entonces yo.
-En el mundo humano chicos.- dijo la gigante.
-Otros que no conocen el mundo humano, como Caín, se lo tendré que explicar todo…- murmuró Squall.
-¿Humanos?- pregunté
-Si.- respondió la gigante.
-Si que se lo que son, si no lo supiera no estaría aquí.- dije.
-¿Y eso por que?- dijo Lilith adelantándose a todos.
-Soy un ángel, no se si lo recuerdas, vigilo el mundo des de las alturas, los humanos son una leyenda para muchos, pero para nosotros son una realidad.- expliqué.
-¿Un ángel?- preguntó Squall.- Mira, de eso no tenemos.
-Vamos, venid conmigo, os presentare al otro inquilino y os responderemos a todas vuestras miles preguntas.- dijo la grande.
Nos llevaron camino arriba, los seguimos con los ojos bien abiertos y asustados. Llegamos a otra casa grande como las otras y entramos en ella. Subimos unas escaleras con ayuda de la grande y llegamos a un cuarto.
-Mira, este es Caín.- otro muñequito pequeño salió de un rincón del cuarto y se quedó asombrado al vernos.
-¿Quiénes son?- preguntó.
-Nuevos.- respondió tan solo Squall.
-Venid, sentaros en la cama y os contaremos los que queráis saber. Por cierto, me llamo Marina.- dijo la grande.
Nos sentamos en la cama sin dejarnos de la mano. Nos contaron que eran el mundo humano, de los distintos mundos de las muñecas como nosotras. Squall nos contó su historia y nos explicó de la existencia de distintos mundos paralelos, distintos mundos de muñecos separados entre si y también paralelamente existía el mundo humano. Nosotros les contamos nuestra historia y como llegamos aquí.
-Cada uno llegó aquí de modo distinto.- dijo Caín- Yo tan solo me dormí y me desperté aquí. Pero una vez que te acostumbras esta bien este lugar, te cuidan y conoces a más muñecos como tu que están en este mundo, algunos creados incluso por manos humanas, otros que también han llegado aquí y nadie sabe como. Y también cada uno tiene alguna misión que cumplir.
-Yo por ejemplo busco al hombre que me arruinó la vida.- dijo Squall.
-Y este busca a su hermanita Merrywater.- Caín agachó la cabeza.
-Bueno, así nos quedaremos aquí hasta que consiga controlar a Adramelech.- dije yo.
-¡Asi se llama tu parte oscura?-preguntó Marina.
-Si.
-Wow. Que nombre más chulo.- se le borró la sonrisa cuando la miré acusadoramente.
Al final aún vivimos aquí, porque no hay forma de regresar, y además no sabemos com regresar. Al fin y al cabo aquí no se está tan mal y como dijeron, hemos conocido a gente como nosotros, no iguales pero muñecas atrapadas en este mundo.

dissabte, 7 de juny del 2008

Luz vs Oscuridad

Me levanté del banco en el que estaba sin saber del cierto que estaba haciendo, el chico retrocedió asustado al ver algo en mi que no le gustó. Balbuceó algo entre dientes antes de empezar a correr y caer al suelo pocos pasos más adelante.
-¡¡No Jezabel, contrólate!!- oí gritar a Lilith a mis espaldas completamente alarmada, pero ya era demasiado tarde.
Las ropas de mi espalda se rajaron y dejaron paso a las enormes alas negras. Mis ojos de tornaron lilas y mi pelo negro y yo desaparecí y dejé paso a Adramelech.
-Demasiado tarde querida.- pronuncié.- Que bien se está aquí a fuera, hacía días que no me tocaba el aire. Este chico es más fuerte de lo que me pensaba controlando su odio, pero esta vez he ganado yo. Ja, ja, ja.- alcé las manos glorioso y respiré el aire de nuevo.
Avancé un paso hacía el chico que en el suelo me miraba horrorizado y a la gente que a su alrededor me miraban con el mismo temor. Sonreí al ver sus ojos abiertos y su respiración acelerada, disfrutaba.
-Déjalos Adramelech, si quieres pelear, hazlo conmigo.- me giré y vi que Lilith dejaba la compra en el suelo y se quitaba la chaqueta haciendo salir de su espalda sus grandes alas blancas.
-Tu, tu...- reí de nuevo.- Una híbrida contra la luz y la oscuridad fusionadas. ¿Tú quieres luchas conmigo?
No vaciló, se me quedó mirando seria y dispuesta a atacar en cualquier momento, así que yo hice lo mismo que ella. La gente empezó a correr a donde pudieran huyendo de nosotros. Yo sonreía pero ella me miraba con serenidad y, aun que lo escondiera, pude notar su miedo.

-En garde.- alcé la mano hasta la altura de mis ojos y esperé, con la palma de esta hacia abajo y los dedos caídos.

Cómo esperaba Lilith alzó el vuelo y subió lo más alto que pudo para no dañar su pueblo y la seguí.

-No mataremos a humanos.- dijo.

-Como ordene señora.- me burlé.

Se abalanzó contra mí extendiendo una mano brillante. Me la esquivé sin esfuerzo y a la vez la toqué con las puntas de los dedos e hice que su cuerpo se doblara de dolor unos segundos.

-Hui, ¿estás bien?- reí y me preparé para el nuevo golpe.

Volvió hacia mí y esta vez me engañó. Se acercó hasta casi tocarme y luego ágil y rápida se apartó y me lanzó su energía. No me dolió, pero me molestó. Esta vez fui yo quien como si fuese el viento me acerqué a ella y la golpeé en el estomago con el puño. Soltó un grito y cayó al suelo con un fuerte golpe. Observé como toda la gente miraba por la ventana de las casas asustada y al verme se escondían de nuevo. Lilith alzó de nuevo el vuelo.

Fuimos recibiendo los dos durante largos minutos. Yo me divertí, son ningún rasguño, pero ella sangraba por la boca y tenía los puños rojos. Sus alas estaban despeinadas y con fuerzas se mantenía volando.

-¿Estas cansada?- no me respondió, solo retrocedió un poco y se preparó para atacar de nuevo.

Me golpeó más fuerte que antes pero yo contraataqué extendiendo los dedos hacía ella, que salió unos metros hacia atrás golpeada. Pero esta pelea me empezaba a aburrir, esa muchacha no era rival para mí y así no podía n entrenarme. Así que terminé con ello.

-Mira chica, ¿tus últimas palabras?- me alcé un poco más y abrí los brazos.

Las nubes parecieron juntarse sobre mi cabeza al tiempo que el viento soplaba con una fuerza sorprendente levantando del suelo plantas y pequeños arboles. Lilith permanecía quieta entre los golpes del viento y me observaba sin saber qué hacer. A mí alrededor se fue formando un pequeño remolino de nubes oscuras, mi cabello volaba despeinado y mis ojos brillaban con luz propia.

-Ya veo, - me hice oír entre el viento.- le diré de tu parte a Jezabel que se cuide.

Con fuerza junté los brazos delante de mi pecho y abrí las manos hacía Lilith. Al instante el viento chocó con su cuerpo con violencia rasgando su resina y haciendo enrojecer el cielo con su sangre. Su cuerpo salió disparado con fuerza hacía los arboles y desapareció.

Pero no desapareció entre los árboles, su cuerpo pareció desintegrar-se al cruzar el pueblo. No entendí que era lo que había pasado, así que me dirigí al lugar donde su cuerpo había desaparecido.

Cuando crucé la línea del pueblo me quedé de piedra. Los árboles eran gigantescos, llegaban hasta lo más alto del cielo, la tierra era grande como rocas, las hierbas eran gruesas como mi brazo.

¿Qué era ese lugar?

Un ruido me alertó y miré hacia arriba. Un enorme pájaro voló entre las hojas de aquellos árboles alertándome. Aquella criatura era más grande que yo. De repente un lazo luminoso me cogió de la cintura y me arrastró al suelo. Me golpeé la cabeza y quedé inconsciente, aún con horror en los ojos.

divendres, 6 de juny del 2008

Probocación

El dolor era mi día a día, sufría viendo mi reflejo en el agua, sintiendo latir mi corazón y mis pulmones coger aire, saber que haciéndolo hacía vivir en mí un ángel del infierno, una criatura oscura. Sentí la tentación de cortarme el cuello, pero sabía que de nada serviría, solo haría que la oscuridad volviese a salir. No regresé ni pensé regresar al acantilado en ningún momento, no quería matar a nadie, y aún menos a nadie que fuera de los míos, así que durante semanas, viví temiendo encerrado en casa de Lilith, solo en un rincón maldiciendo el día en que salté a matar a la Corriente.
Pasaron los días, lentos y dolorosos, a veces mi oscuridad aparecía y me dejaba sin voluntad, así que poco a poco, al cabo de largos meses, aprendí a controlarla y a decidir cuándo sacarla y cuando ocultarla, pero aún así, cuando el odio ardía en mis venas el ángel oscuro cobraba fuerza en mí y salía, por eso intentaba no sentir, para no sufrir.
Pero un día salí al pueblo con Lilith y pasó lo que nadie quería que pasara.
Mientras esperaba a que ella saliera de comprar, alguien se me acercó, un chiquillo humano, necio y borracho. La mayoría de gente del pueblo sabía que yo era un ángel, pero no mi historia ni de la existencia del mal en mí. Así que ese chico se me acercó y me habló:
-Que, angelito, tu papa te ha dejado tirado porque no sirves para nada ¿verdad? Y seguro que tu madre se pasa las noches jugando con él como si tú nunca hubieras existido, allí arriba deben estar todos contentos de que no estés, si no te habrían venido a buscar ¿no angelito?- hablaba mal y se movía mucho, pero igualmente sus palabras me llegaron y me dolieron y eso hizo que notara el odio por mis venas, al principio lo pude controlar, pero el chico continuó.- O puede que tu madre no solo juegue con tu padre, quizás juega con otros angelitos más guapos que tu cara bonita, porque los ángeles también tenéis instintos y seguro que también hacéis estas cosas.- rió como un loco, y eso fue la llama que hizo arder la mecha.

Adralemech

La Corriente había sido más astuta que yo y me había atrapado. No había visto su torbellino y me había lanzado sobre ella. Ahora ya nada me podía sacar de allí, si no era un milagro. Empecé de nuevo a notar cómo se regocijaba al encontrarme de nuevo y terminar la faena que empezó días pasados.
Pero llegó el milagro.
Cuando mi aire se agotaba y la cabeza me daba tantas vueltas que pensé que mis segundos eran contados, el agua se paró con un último golpe y con un empujón salté fuera en el momento que la mayor parte del agua del rio desaparecía. No entendí nada en absoluto hasta que escupiendo todo el agua vi que alguien estaba tumbado en el lecho del río, con alas grandes y blancas y el pelo rojo pegado al cuerpo.
-Dios mío...- me levanté como pude y me acerqué a ella. Respiraba, no le pasaba nada.- ¿Pero cómo...?
La levanté y noté como mi cuerpo no tenía problemas en hacerlo. La deposité en el suelo y se despertó. Sonrió aún un poco mareada y habló:
-Estas bien... espero no haberte fastidiado un suicidio, ¿verdad?- sus alas desaparecieron y se pudo incorporar.
-¿Pero cómo...?- repetí sin creerlo.
-Vi el remolino y supe al instante que era, así que entré en el agua, por el lado y no me percibió, solo cuando entre en el embudo supo que estaba allí, pero fui demasiado rápida para ella y apagué su luz, aún no sé ni como...
-Apagaste su corazón...¿Quién eres tú?
-Me llamo Lilith. Supongo que no entiendes como es que tengo alas y no habéis notado que era ángel. La verdad es que no lo soy. Mi madre era una humana normal, pero mi padre era un ángel. En uno de sus viajes dejó a mi madre embarazada de mí. No soy humana y tampoco ángel, no tengo todos los poderes de los ángeles, pero tengo.- me quedé de piedra al oírlo, un híbrido... nunca había sabido de su existencia.
-¿Cómo conocías a la Corriente?- pregunté entonces.
-¿Y tú?- me respondió con otra pregunta.
-Ya te lo dije, soy el príncipe.- le repetí.
-Anda déjalo.- me hizo un gesto con la mano para apartar el tema, pero yo insistí.
-Vivo en el acantilado, soy un ángel, el príncipe del Reino del Mar, como dice el nombre, el que está más cerca del mar.- no parecía creerme.- Decidí un día matar a la criatura oscura que acosaba nuestras fronteras, pero tuve un error y cuando entraba por el embudo para que ella no notara mi presencia mi ala la rozó y se cerró sobre mí, atrapándome y quedándose con mis poderes, así que la fui a buscar para recuperarlos y...- de pronto me di cuenta de porque me sentía tan bien de nuevo, en mis venas corría de nuevo ese poder que había perdió, pero había algo raro en él.
-Dios... es verdad, eres un ángel.- me miró atónita mientras entendía lo que le había contado.- ¿Que... que es la Corriente? ¿Agua?
-Si en su esencia, pero es una criatura oscura de los ángeles negros, nuestros antagonistas, nuestros antónimos. Su amo es Adramelech, que se queda la fuerza de los ángeles a los que mata, pero el mío no llegó a quedárselo.- volví a disfrutar de notar de nuevo la vida en mí.
-Y ahora... ¿ya tienes el poder?- preguntó.
-Exacto.
-¿Donde vivís?- quiso saber.
-En el acantilado, no se a qué distancia de aquí, nadé durante días antes de llegar a esta isla, es un mundo aparte, las cosas son distintas, distintos reinos conviven allí, es precioso...- me perdí en mis recuerdos hasta que ella me volvió a la realidad.
-Pero... ¿vuelves a tener los poderes ya?- dijo observándome de arriba abajo.
-Si...- sonreí satisfecho.
-A ver.- me pidió.
-¿Cómo?
-Si, enséñame como eres.- me insistió.
Cedí, tenía ganas de volver a notar el peso de las plumas en mi espalda y poder sobrevolar el cielo. Así que accedí.
Me concentré en la energía que fluía por mi cuerpo y la mandé salir. Pero algo no era normal, la fuerza salió de mí con una rapidez demasiado violenta y perdí el control, me pareció que mi cuerpo no me pertenecía y actuaba por su voluntad.
-¡Dios mío!- Lilith exclamó de pánico al ver el cambio de mi aspecto.
Mi pelo de volvió de un negro intenso, mis ojos se oscurecieron y se volvieron de violados y crueles y mis alas, del blanco que antes eran ahora eran negras.
-¿Pero qué...?- balbuceó ella retrocediendo.
Si no fuera porque hoy he cambiado, estos recuerdos estarían aún ocultos en mí cabeza, sin saber nada en absoluto de en lo que me había convertido.
-Hola, pareces asustada pequeña híbrida.- murmuré, o más bien, murmuró lo que ahora se apoderaba de mí.
-¿Quién eres?- preguntó aún dando pasos hacía atrás.
-Oh, pero si soy yo, Jezabel, solo que... mejorado.- reí con macabra risa alcé mis manos disfrutando de la sensación que sentía, parecía como si algo, un dolor, hubiera desaparecido y ahora estuviera la paz en s lugar.
-No es verdad...
-No, tienes razón, la verdad es que soy la fuerza de Jezabel, una fuerza que tiene un nombre propio: Adramelech.
Recuerdo como se estremeció al oír ese nombre, recordó lo que yo le había contado sobre este, un ángel oscuro.
-Si, si, si. Como te contó Jezabel, toda la energía que la Corriente absorbe me la pasa a mí, así una parte de mi esencia queda en ellas, y bueno, su fuerza es magnífica, y ahora que con la oscuridad de ha intensificado, me parece que me quedaré para siempre en este cuerpo y abandonaré el mío.- volví a reír macabramente y bajé los brazos.
Ella no dijo nada, se quedó mirándome y no sé si por miedo o por precaución, desplegó las alas y se puso en guardia.
-Uy... esto se pone interesante.- sonreí.- Pero no tengo ganas de pelear contigo belleza, así que, si no te importa, te puedes apartar de mi paso si no quieres... morir. Ja, ja, ja.- avancé un paso esperando que se apartara, pero no lo hizo.
-No te dejaré.- me amenazó.
-Me lo temía, bueno, nos veremos luego Lilith, té dejo de nuevo con... el angelito.- volví atrás con una corta carcajada y mis alas volvieron a desaparecer junto con el color del pelo y de los ojos, que volvieron a la normalidad.
Caí al suelo sin fuerza y solo pude decir una frase antes de desmayarme:
-Lo siento...

La isla

Pasó una semana y mi débil apariencia mortal se recuperó del todo. Por la noche salté des de las alturas a las oscuras aguas del mar a encontrar a la Corriente.
Nadé durante días sin descanso, bajando hasta las profundidades pero no la encontré. Hasta que una mañana al salir el sol, vi algo raro, lejos.
En el horizonte se vislumbraba una estrecha franja gris como un bloque de tierra en el agua. No conseguí adivinar que era aquella extraña masa, así que seguí nadando con la esperanza de que fuera uno de los fenómenos de la Corriente.
A medida que me acercaba se hacía más visible un intenso color verde por su superficie. Seguí adelante y mi asombro fue en aumento. Era un bloque de tierra pegado al fondo del mar, como un acantilado sumergido hasta la punta. Era algo que jamás había visto.
Llegué a tierra y ésta era fina y blanca, diferente a la del acantilado. Ese lugar era... ¿una isla? Había oído contar de su existencia, pero jamás había visto una.
Aun que tenía un cuerpo humano su fuerza era grande y aún me mantenía en pie cuando salí del agua para entrar en la espesura del bosque, sin pensar ni entender nada. Al cabo de nada vi una pequeña casita de madera en medio del espesor y me sentí, por un instante, aliviado. Piqué a la puerta pero nadie me contestó, así que seguí insistiendo pero de nuevo nadie contestó.
Abrí la puerta sin esfuerzo y entré. No era un lujo, como cabía esperar, pero me sirvió para descansar un rato y comer algo de lo que había allí.
Me senté en el sofá delante de la pequeña mesita de madera, como el resto de la casa y mordisqueé una manzana y descansé. Pero de repente la puerta de abrió. Me quedé quieto, sin saber qué hacer, no podía esconderme, así que me quedé quieto.
-¿Quién eres tú?- una joven de pelo rojizo se quedó asombrada al entrar y encontrarme allí, en su casa.
-Perdón, soy Jezabel, el príncipe.- dije como si fuera obvio, pero para ella no lo fue tanto.
-Ya, si claro, y esta planta come hombres.- señaló una esquifada planta que crecía en el suelo de la casa con puntiagudas hojas y un color amarillo.
-¿No me crees?
-claro que no.- afirmó- Pero qué más da, hoy estoy compasiva, así que si no tienes sitio adonde ir, esta noche puedes quedarte. Solo esta noche.
No supe que decir, así que tan solo asentí y terminé de masticar la fruta. Aquella noche la pasé, tal como ella había dicho, en la casa durmiendo en el sofá del salón.
A la mañana siguiente me llevó al pueblo que se abría entre las densas hojas. No era tan grande como mi ciudad, pero era acogedor. Cuando ella entró en una tienda aproveché y me fui, aún sin saber hacia dónde, pero tenía que seguir buscando.
No muy lejos del pueblo me encontré de frente con un pequeño rio, no era muy pequeño pero bastante. Me sentí por un momento aliviado, si entraba en el él podría encontrar allí a la Corriente y terminar con eso de una vez por todas. Así que fui estúpido y me lancé al agua.
Empecé a bajar pero aquel rio era más hondo de lo que pensaba, así que cuando me quedé sin respiración intenté subir.
Pero igual que en el fondo, sobre mi cabeza había una distancia gigantesca, intenté desesperado subir pero el esfuerzo parecía en vano, mi cuerpo parecía moverse sin mover-se, quieto en la distancia en la oscuridad. Fue entonces cuando entendí donde estaba.

Senténcia

-Jezabel, !Jezabel despierta¡- una fría mano golepó mi rostro con insistencia y me desperté.
Ví primero una resplandeciente figura difusa que me obserbaba cerca de mí. Me notaba cansado y aturdido, no recordaba nada con claridad, me dolía la espalda y me ardía la garganta, no conseguí hablar.
-Oh, !grácias a Dik¡- exlamó- Esa maldita Corriente...- noté como apretaba los puños y renegaba entre dientes.
-Q...q...-intenté hablar pero las palabras quedaron ahogadas antes de salir de mis labios.
-Dejalo, no hables, podrias dañarte las cuerdas vocales.- se levantó- Té llevaré de vuelta, allí te pondras bien.
Vi como unas espléndidas y enormes alas blancas salían de su desnuda espalda, me cogió en brazos y alzó el vuelo. A partir de aquí las imágenes fueron muy confusas en mi mente, hasta que cerré los ojos y dejé que el viento acariciara mi cara.
No tardamos en tocar el suelo. Habiamos subido al acantilado otra vez.
-Oh, gracias Merch, gracias.- abrí los ojos y esta vez pude ver con mayor claridad.
Estaba tumbado en una gran y elegante cama, la mía, con mi padre al lado, más preocupado de lo que nunca le había visto. Merch salió para dejarnos a solas y lo lamenté, mi padre se pondría insoportable.
-Dios mío Jezabel ¿como te lo tengo que decir? Eres uno de los mejores Arcangeles, pero no el mejor. ¡No puedes luchar solo con las criaturas oscuras!
Lo que decía.
-Sabes perfectamente que tus poderes ya no están. ¿Desaparecidos? No ¡Tragados! La maldita arpía de la Corriente, se te ha comido los poderes y si no la matas, serás humano para siempre...
Sus palabras retumbaron por mi cabeza, pareciendo sonar por cada rincón de ésta. Mi cuerpo tembló al sentirse dévil, no sentía mi antigua fuerza por mis venas y estaba aterrorizado.
-Mira hijo, tú eres el prínipe de éste país, del país en el que el mal siempre cae, por su proximidad al avismo del mar, somos el país más cerca del agua de todo el canatilado, por eso necessitamos tu fuerza, la de todos, pero también la tuya. Así que cuando estés recuperado, partiras y la recuperarás, si no, no vuelvas jamás.- salió sin decir nada más y me dejó solo con mi consciéncia.

dijous, 5 de juny del 2008

Prologo

La Corriente golpeó mi curerpo de nuevo, que, como si de una muñeca se tratara, me cogió entre sus manos y me movió a su voluntad. mis plumas se tornaron junto a mi, convistiendose en negras y luego me las arrancó. un ahogado grito salió de mi garganta y se perdió en las olas. no me quedaban fuerzas, había perdido mi lucha y ese era mi castigo.
El agua se volvió carmí cuando las zarpas de Corriente me llevaron a chocar y romper mis cadenas, para mis manos quedar libres y poder nadar, para poder ella disfrutar más.
Recogió y bebió el agua roja de mi sangre, rió al verme incapaz de dar un solo brazo fuera el mar. Pude ver antes de negro, algo que des de lejos bajaba al océano, no tube entonces tiempo de pensar, mi visión de volvió oscuridad.