La Corriente había sido más astuta que yo y me había atrapado. No había visto su torbellino y me había lanzado sobre ella. Ahora ya nada me podía sacar de allí, si no era un milagro. Empecé de nuevo a notar cómo se regocijaba al encontrarme de nuevo y terminar la faena que empezó días pasados.
Pero llegó el milagro.
Cuando mi aire se agotaba y la cabeza me daba tantas vueltas que pensé que mis segundos eran contados, el agua se paró con un último golpe y con un empujón salté fuera en el momento que la mayor parte del agua del rio desaparecía. No entendí nada en absoluto hasta que escupiendo todo el agua vi que alguien estaba tumbado en el lecho del río, con alas grandes y blancas y el pelo rojo pegado al cuerpo.
-Dios mío...- me levanté como pude y me acerqué a ella. Respiraba, no le pasaba nada.- ¿Pero cómo...?
La levanté y noté como mi cuerpo no tenía problemas en hacerlo. La deposité en el suelo y se despertó. Sonrió aún un poco mareada y habló:
-Estas bien... espero no haberte fastidiado un suicidio, ¿verdad?- sus alas desaparecieron y se pudo incorporar.
-¿Pero cómo...?- repetí sin creerlo.
-Vi el remolino y supe al instante que era, así que entré en el agua, por el lado y no me percibió, solo cuando entre en el embudo supo que estaba allí, pero fui demasiado rápida para ella y apagué su luz, aún no sé ni como...
-Apagaste su corazón...¿Quién eres tú?
-Me llamo Lilith. Supongo que no entiendes como es que tengo alas y no habéis notado que era ángel. La verdad es que no lo soy. Mi madre era una humana normal, pero mi padre era un ángel. En uno de sus viajes dejó a mi madre embarazada de mí. No soy humana y tampoco ángel, no tengo todos los poderes de los ángeles, pero tengo.- me quedé de piedra al oírlo, un híbrido... nunca había sabido de su existencia.
-¿Cómo conocías a la Corriente?- pregunté entonces.
-¿Y tú?- me respondió con otra pregunta.
-Ya te lo dije, soy el príncipe.- le repetí.
-Anda déjalo.- me hizo un gesto con la mano para apartar el tema, pero yo insistí.
-Vivo en el acantilado, soy un ángel, el príncipe del Reino del Mar, como dice el nombre, el que está más cerca del mar.- no parecía creerme.- Decidí un día matar a la criatura oscura que acosaba nuestras fronteras, pero tuve un error y cuando entraba por el embudo para que ella no notara mi presencia mi ala la rozó y se cerró sobre mí, atrapándome y quedándose con mis poderes, así que la fui a buscar para recuperarlos y...- de pronto me di cuenta de porque me sentía tan bien de nuevo, en mis venas corría de nuevo ese poder que había perdió, pero había algo raro en él.
-Dios... es verdad, eres un ángel.- me miró atónita mientras entendía lo que le había contado.- ¿Que... que es la Corriente? ¿Agua?
-Si en su esencia, pero es una criatura oscura de los ángeles negros, nuestros antagonistas, nuestros antónimos. Su amo es Adramelech, que se queda la fuerza de los ángeles a los que mata, pero el mío no llegó a quedárselo.- volví a disfrutar de notar de nuevo la vida en mí.
-Y ahora... ¿ya tienes el poder?- preguntó.
-Exacto.
-¿Donde vivís?- quiso saber.
-En el acantilado, no se a qué distancia de aquí, nadé durante días antes de llegar a esta isla, es un mundo aparte, las cosas son distintas, distintos reinos conviven allí, es precioso...- me perdí en mis recuerdos hasta que ella me volvió a la realidad.
-Pero... ¿vuelves a tener los poderes ya?- dijo observándome de arriba abajo.
-Si...- sonreí satisfecho.
-A ver.- me pidió.
-¿Cómo?
-Si, enséñame como eres.- me insistió.
Cedí, tenía ganas de volver a notar el peso de las plumas en mi espalda y poder sobrevolar el cielo. Así que accedí.
Me concentré en la energía que fluía por mi cuerpo y la mandé salir. Pero algo no era normal, la fuerza salió de mí con una rapidez demasiado violenta y perdí el control, me pareció que mi cuerpo no me pertenecía y actuaba por su voluntad.
-¡Dios mío!- Lilith exclamó de pánico al ver el cambio de mi aspecto.
Mi pelo de volvió de un negro intenso, mis ojos se oscurecieron y se volvieron de violados y crueles y mis alas, del blanco que antes eran ahora eran negras.
-¿Pero qué...?- balbuceó ella retrocediendo.
Si no fuera porque hoy he cambiado, estos recuerdos estarían aún ocultos en mí cabeza, sin saber nada en absoluto de en lo que me había convertido.
-Hola, pareces asustada pequeña híbrida.- murmuré, o más bien, murmuró lo que ahora se apoderaba de mí.
-¿Quién eres?- preguntó aún dando pasos hacía atrás.
-Oh, pero si soy yo, Jezabel, solo que... mejorado.- reí con macabra risa alcé mis manos disfrutando de la sensación que sentía, parecía como si algo, un dolor, hubiera desaparecido y ahora estuviera la paz en s lugar.
-No es verdad...
-No, tienes razón, la verdad es que soy la fuerza de Jezabel, una fuerza que tiene un nombre propio: Adramelech.
Recuerdo como se estremeció al oír ese nombre, recordó lo que yo le había contado sobre este, un ángel oscuro.
-Si, si, si. Como te contó Jezabel, toda la energía que la Corriente absorbe me la pasa a mí, así una parte de mi esencia queda en ellas, y bueno, su fuerza es magnífica, y ahora que con la oscuridad de ha intensificado, me parece que me quedaré para siempre en este cuerpo y abandonaré el mío.- volví a reír macabramente y bajé los brazos.
Ella no dijo nada, se quedó mirándome y no sé si por miedo o por precaución, desplegó las alas y se puso en guardia.
-Uy... esto se pone interesante.- sonreí.- Pero no tengo ganas de pelear contigo belleza, así que, si no te importa, te puedes apartar de mi paso si no quieres... morir. Ja, ja, ja.- avancé un paso esperando que se apartara, pero no lo hizo.
-No te dejaré.- me amenazó.
-Me lo temía, bueno, nos veremos luego Lilith, té dejo de nuevo con... el angelito.- volví atrás con una corta carcajada y mis alas volvieron a desaparecer junto con el color del pelo y de los ojos, que volvieron a la normalidad.
Caí al suelo sin fuerza y solo pude decir una frase antes de desmayarme:
-Lo siento...

divendres, 6 de juny del 2008
Adralemech
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada