-Jezabel, !Jezabel despierta¡- una fría mano golepó mi rostro con insistencia y me desperté.
Ví primero una resplandeciente figura difusa que me obserbaba cerca de mí. Me notaba cansado y aturdido, no recordaba nada con claridad, me dolía la espalda y me ardía la garganta, no conseguí hablar.
-Oh, !grácias a Dik¡- exlamó- Esa maldita Corriente...- noté como apretaba los puños y renegaba entre dientes.
-Q...q...-intenté hablar pero las palabras quedaron ahogadas antes de salir de mis labios.
-Dejalo, no hables, podrias dañarte las cuerdas vocales.- se levantó- Té llevaré de vuelta, allí te pondras bien.
Vi como unas espléndidas y enormes alas blancas salían de su desnuda espalda, me cogió en brazos y alzó el vuelo. A partir de aquí las imágenes fueron muy confusas en mi mente, hasta que cerré los ojos y dejé que el viento acariciara mi cara.
No tardamos en tocar el suelo. Habiamos subido al acantilado otra vez.
-Oh, gracias Merch, gracias.- abrí los ojos y esta vez pude ver con mayor claridad.
Estaba tumbado en una gran y elegante cama, la mía, con mi padre al lado, más preocupado de lo que nunca le había visto. Merch salió para dejarnos a solas y lo lamenté, mi padre se pondría insoportable.
-Dios mío Jezabel ¿como te lo tengo que decir? Eres uno de los mejores Arcangeles, pero no el mejor. ¡No puedes luchar solo con las criaturas oscuras!
Lo que decía.
-Sabes perfectamente que tus poderes ya no están. ¿Desaparecidos? No ¡Tragados! La maldita arpía de la Corriente, se te ha comido los poderes y si no la matas, serás humano para siempre...
Sus palabras retumbaron por mi cabeza, pareciendo sonar por cada rincón de ésta. Mi cuerpo tembló al sentirse dévil, no sentía mi antigua fuerza por mis venas y estaba aterrorizado.
-Mira hijo, tú eres el prínipe de éste país, del país en el que el mal siempre cae, por su proximidad al avismo del mar, somos el país más cerca del agua de todo el canatilado, por eso necessitamos tu fuerza, la de todos, pero también la tuya. Así que cuando estés recuperado, partiras y la recuperarás, si no, no vuelvas jamás.- salió sin decir nada más y me dejó solo con mi consciéncia.

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