Algo fino y frío me acarició el rostro, pasando una vez y otra por el mismo sitio. Sonreí levemente oyendo tararear una lenta melodía junto a mí oído y abrí los ojos.
-Buenos días dormilón.- me sonrió Lilith a mi lado.- ¿Has dormido bien?
-La verdad es que no he dormido demasiado, pero he descansado.- le dije incorporándome en la cama.
-Bueno… si quieres te preparo un poco de comida antes de salir.- me propuso.
Asentí y cuando ella se fue a coger algo de comida que Marina tenía por allí encima apareció Caín sin que me diera cuenta.
-¿Vosotros dos estáis juntos o qué?- preguntó justo a mi oreja mirando a Lilith.
Me giré sobresaltado y lo miré arqueando una ceja.
-No.- negué con avidez.
-A, ya.- me miró de reojo y me pareció que sonreía levemente.
Supongo que no supe disimular, mis mejillas se volvieron un poco más rojizas y eso dio crédito a lo que supongo que pensaba Caín.
-Ves, te gusta.- afirmó.
-Anda, déjalo pequeñín.- pensé que el comentario le enfurecería y dejaría de insistir, pero él no era como Squall, tan orgulloso y altivo.
-Vamos, pero si ambos os gustáis, solo se os tiene que ver juntos para saber que entre vosotros existe algo más que amistad.- suspiró alegre mirando aún a Lilith.
-¿Tú crees?- dije pensativo, mirando la belleza de su silueta, de su largo cabello rojizo.- A, em… quiero decir… que no, no, no hay nada entre nosotros, créeme.- tragué saliva y deseé que callara o al final metería la pata.
-Como quieras, pero ya sabes, una palabra tuya o un gesto, y tendremos un nuevo amor en esta casa.- rió Caín mirándome sonriendo de oreja a oreja.
Le miré confuso. Me caía bien, era muy callado, pero cuando quería no callaba. Dicho eso se dio la vuelta y regresó a su cama, junto a Squall.
-Un nuevo amor…- dije mirando atrás.
-¿Qué dices?- Lilith me entregó el almuerzo mirándome con una pequeña sonrisa.
-A, nada, nada.- comí y luego nos dirigimos al bosque.
Cuando llegué allí sentí algo extraño, pero no le hice mucho caso, aún llevaba en la mente la conversación con Caín. Estuvimos luchando vario rato, ahora casi sabía utilizar mis poderes de la oscuridad sin que Adramelech me dominara, pero aún así, me costaba hacer lo que yo quisiera y a veces me movía a contra mi voluntad.
Al cabo de un rato conseguí dominar de nuevo mi cuerpo y decidimos regresar, Lilith llevaba el cuerpo lleno de moratones y tenía sangre en la boca.
-Oh, madre mía.- me acerqué a ella y le puse la mano en la boca.
De mis dedos salió una tenue luz blanca y el corte del labio remitió y desapareció. Sus ojos miel me miraron como si fuese la primera vez que me veían. Continué con mi mano en sus labios aún cuando ya no hacían nada allí, pero el encanto de sus ojos me paralizó. Moví muy lentamente mi mano por sus labios en ese momento sin pensar en lo que hacía y sus ojos se cerraron. Acerqué mi rostro al suyo y me quedé quieto unos segundos ante este, con el corazón latiendo con una fuerza increíble…
Aparté de golpe mis labios de la cercanía de los suyos, algo me llamó la atención. Ella abrió los ojos sobresaltada, como despertada de un hechizo y me miró confusa.
-¿Qué?- dijo enojada.
-¿No lo notas?- miré encima nuestro buscando algo, entre las densas hojas.
-¿Qué se supone que tengo que sentir?- se acercó a mí y siguió mi mirada.
Suspiré y la miré un segundo antes de decir:
-Lo siento, debemos irnos ya.- le cogí la mano y la dirigí de nuevo a la casa.
Entre las hojas, algo nos observaba, lo notaba, podría olerlo, sentir su maldad, su oscuridad.
Una atenta mirada nos estudiaba con determinación y yo no sabía que era.
Llegamos a la casa y la presencia pareció desaparecer, pero mis sentidos permanecieron atentos a cualquier señal.
-Jezabel, ¿Qué mosca te ha picado?- preguntó Lilith un tanto enojada.
-Alguien nos observaba, en el bosque, noté su presencia.- me miró como sui estuviera loco y se fue a su cama.
Aquella noche me fui a dormir no muy tranquilo. A mi lado, junto a mi cama, Lilith dormía lo más alejada de mí posible. Me tumbé y cerré los ojos.
-No te muevas.- una voz masculina sonó en la habitación.
Abrí un poco los ojos y pude apreciar una esbelta silueta de pié junto a la cama de Lilith y esta incorporada le miraba con miedo. No pude identificar quien era el hombre que estaba delante de ella. No me moví, podría hacerle algo a ella, ya que de sus dedos salía una luz roja y esa apuntaba a su cuello.
-¿Qué quieres?- murmuró Lilith.
-Oh, a vosotros, por supuesto. Os he estado buscando y por fin os he encontrado. Levántate, híbrida. – le ordenó, con una voz que solo podía ser de una persona.
Lilith se levantó como si un invisible hilo la estirara por la cintura. El hombre alzó una mano y la cogió por la cintura acercándola a él. Sus labios besaron los suyos con pasión, ella parecía sumida en un extraño sueño. Apreté los puños con fuerza, la rabia me consumió y por un momento estuve tentado de levantarme y atacar, pero si era quien yo creía, levantarme solo empeoraría las cosas.
De repente separó sus labios y dirigió su mirada hacía mí. Entonces pude apreciar su rostro con un poco más de claridad. Sonrió malévolamente sin apartar a Lilith de su cuerpo.
-Mira, el angelito se ha despertado.- la soltó y la dejó en la cama cuidadosamente.- Volveré Jezabel, ahora que los saludos ya están hechos, nos volveremos a ver.
Unas enormes alas negras aparecieron en su espalda y alzó el vuelo. Desapareció entre la oscuridad y todo quedó de nuevo en silencio.
-Lilith…- me acerqué a ella, su cuerpo no respondía, pero aún vivía. Sobre su corazón descansaba una rosa negra, la cogí pero me quemó los dedos y la tiré.
-Jezab…- sus ojos se abrieron un poco y unas flojas i débiles palabras salieron de su garganta.
-Lilith, estoy aquí, tranquila, duérmete, tranquila.- la abracé con fuerza y besé su cabello.
Me tumbé a su lado aún envolviéndola con mis manos.
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